Desde el Consejo General del Trabajo Social advertimos de la importancia de contar con personal que previamente a la pandemia ya contaban con la formación y las funciones requeridas para el rastreo de los contagios por coronavirus.
Ante la situación de rebrotes y nuevos contagios que están surgiendo dando en todo el país, es preciso reforzar y ampliar el ejercicio del rastreo de los casos que aparecen para evitar la extensión del coronavirus de nuevo. Una crisis que ha demostrado ser, no solo sanitaria, sino también económica y social. Por ello, son muchas las comunidades autónomas que están apostando por ampliar las plantillas hasta ahora puestas a disposición del sistema sanitario, con diferentes perfiles. Expertos en epidemiología, en salud y en lo social son los tres ejes en los que se está trabajando en muchos lugares, incluso fuera de España.
Mientras que en Francia o Canadá están contando con voluntarios que previamente han trabajado en situaciones de emergencias, en EEUU han creado un centro especializado gracias a la labor de estudiantes de enfermería y medicina. En España, en Aragón han contratado a 35 trabajadores sociales para hacer los rastreos y en Extremadura, estos detectives del Covid-19, lo componen fundamentalmente farmacéuticos y veterinarios. Por todo ello, desde el Consejo General del Trabajo Social (CGTS) exigimos que sean expertos de la salud y de lo social los primeros a los que se recurra ante la necesidad de rastreadores.
Los expertos epidemiólogos estiman que se debería contar en todo el país entre 20.000 y 100.000 las personas que estén dedicadas a esta tarea para evitar una nueva oleada descontrolada del virus y, por tanto, una saturación grave del sistema público de salud. Actualmente son en torno a 3.500, según los datos disponibles. Unos datos que distan mucho de los idóneos y que además se conocen parcialmente al no haber un registro estatal, solo informaciones autonómicas. Entre las tareas de estas personas para detectar los posibles contactos en peligro de haberse contagiado está la labor de análisis de la situación (valoración de riesgo, síntomas, etc.), de gestión de citas si fueran necesarias pruebas (PCR), seguimiento telefónico, de asesoramiento en canso de necesitar atención médica o guardar cuarentena, conexión son otros servicios, asegurar la privacidad de los datos personales, etc.
Por la sensibilidad de estas tareas, el trabajo de rastreador o rastreadora requiere de unas capacidades para seguir protocolos, conocer el sistema público -tanto Sanitario como de Servicios Sociales- y tener agilidad para hacer el conveniente seguimiento de los casos. Todo ello bajo las medidas previstas en los planes de actuación del Gobierno, de las comunidades autónomas y las recomendaciones de la OMS.
Consideramos que perfiles como el de los y las trabajadoras sociales son idóneos para estas labores, ya que en la profesión se encuentran asumidas y consolidadas la detección del foco, seguimiento de convivientes, educación sanitaria sobre medidas preventivas y un largo etcétera de actuaciones que aportan una experiencia necesaria en esta situación de pandemia. Recordamos que el Trabajo Social se desarrolla en el ámbito sanitario y también en emergencias. Además advertimos a las autoridades de las dificultades que conlleva en algunos casos acciones tan claves como mantener la cuarentena ante la carencia de una solución habitacional digna.
Por todo esto, desde el Consejo General de Trabajo Social, consideramos un error formar de cero a personas fuera de estos ámbitos para realizar estas labores. Reiteramos que es necesario contar con más rastreadores y rastreadoras para evitar nuevos repuntes; que estos tengan formación y experiencia previa en las tareas necesarias; y que contemple el perfil del Trabajo Social para ello.
Fuente: Consejo General del Trabajo Social (accede a la noticia)